Pueblos: Mineral del Chico
Como se ha dicho en el blog del sendero del cuervo en el área natural protegida de Mineral del Chico, las relaciones especiales y simbólicas que se guardan en esa pequeña zona de Hidalgo, protegida por la cadena montañosa que la separa del resto del país, si vemos un mapa justo podemos separar al país o definir lo que todavía se puede identificar como Mesoamérica a Aridoamérica, es una zona de transición que las montañas moldean y hacen surgir las comunidades diferentes a las que hay en el sur.
Mis recuerdos del lugar se entrelazan con historias familiares con actos de bondad que llegaron a hacerse allí sin nada a cambio plenos y puros, que hasta llegaron a ser tomados como políticos, lo que ahora me da carcajadas. Pero el pequeño pueblito ha cambiado de ser un pequeño espacio que se asemejaba a un cuentillo, su historia la ha vinculado con el contexto del estado y del país.
Terminando la ruta que habíamos hecho por el sendero del Cuervo, bajamos unos cuantos metros desde el estacionamiento del campamento y ya aparecían algunas casillas típicas del lugar, hechas de piedra, adobe, cal y cerámica, una combinación que me encanta y me hace desear una con las comodidades del mundo moderno. Unas curvas más en valle, bajando teníamos un poco de hambre no obstante las golosinas, recorrimos el pequeño pueblo que no daba más que para algunas casas.
Su iglesia, la Iglesia de la Inmaculada Concepción, que empezó como todo: pequeño, en una capilla construida desde 1569 y terminada en 1819, no tiene mucho adorno en su interior es sencilla de estilo neoclásico, solo su campanario puede tener algunos toques barrocos, pero nada más, su exterior es bello, pues forma parte del paisaje de bienvenida de la plaza principal.
En la plaza principal, su quiosco de hierro y una fuente con una dama tomando un ganso, elegante y sugerente. Atrás, algunos negocios de toda clase, panaderías, múltiples restaurantes y bastantes lugares para tomar, para satisfacer a los paseantes. También hay un pequeño mercado en donde venden panecillos y algunos elementos textiles, de lo que puede caracterizarse de lo que se produce localmente, y de lo foráneo algunas cosillas que no vale la pena mencionar, ya que son introducidos.
Por nuestra parte, unas quesadillas, un café de olla y luego un cantarito, con suficiente alcohol nos acompañaron mientras cariñosamente yacíamos en una banca alrededor de la plaza de principal, tan pronto sentimos que el día acababa nos retiramos del lugar.
Esta entrada del blog la quise hacer ya que valía la pena describir este pueblito, fuera de lo que trataré la entrada sobre el sendero, por su merecer natural. Seguiremos escribiendo y escribiendo para recordar, para disfrutar y sobre todo para compartir.
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