Senderos: Peña del Cuervo

Una noche tienes un plan con tu persona favorita y de repente se te vienen imágenes de la infancia de un lugar idílico y pastoril, que naturalmente ya no puedes repetir, pero vamos, la sensación de estar ahí e ir en una vez más y con nuevas aficiones, como lo es el senderismo, y que en ese momento mis padres ni siquiera pensarían y quizás reprobarían. Afortunadamente, la voluntad propia de la adultez impulsa a darle otros enfoques y matices a los recuerdos, ahora lo único que resta es convencer a mi persona favorita de ir y ejecutar el plan que en un principio pintaba a los valles del Cuauhnáhuac, lo cual no es sencillo, pero ella tiene fe en mis elecciones. 

Ese día saliendo tarde a las 9 de la mañana, puesto que el despertador no logró su función repetidas ocasiones, trato de correr agarrando de improviso manzanas y plátanos del frutero, ella todavía espera, pero la voy escuchando en el estéreo del coche, si no fuera por ella no tendría nada para afrontar a la naturaleza, pero aun así llegando con ella respire y nos tomamos el tiempo hasta de pasar por agua a la purificadora quienes incluso se tomaron el tiempo de lavar el garrafón (Un buen consejo es tomar el garrafón de su casa y llevarlo a pasear) 

Pongo en el navegador del coche "Campamento Dos Aguas Parque Nacional el Chico", y arrancamos hacía Pachuca, el paso veloz, la inmunda e innecesaria caseta de cuota, en fin, no es un texto político, pero no deberían existir, nada que te detenga tu paso, solo se puede considerar un accidente, desdicha de igual forma, pero que en un aspecto positivo da el tiempo para detenerse y comer un paste en el camino. Pasando Pachuca, tampoco hay mucho que señalar, salvo que algo que te conecte o sea usual que pases, a la salida de la ciudad un camino de curvas disfrutables para el conductor asiduo, paisajes que parecen montañosos de otro planeta decorados con una ciudad al fondo, para que, tras una curva, una presa seca y un entronque te haga llegar al parque protegido, coníferas, formaciones geológicas más grande que un cualquier edificio de cualquier avenida, las obras naturales son imposibles de comparar con las humanas. 

En una curva de esa sinuosa ruta de bajada se encuentra un estacionamiento donde se puede dejar seguramente el coche, con bastantes senderos marcados por barandales medio hechos de madera y escalones del mismo material atendiendo el guardabosques en la subida, en el lugar no cobran mucho por cuidarlo, un impuesto de $50 pesos o lo que sea en el momento en que lo visites. Marzo una época fantástica para ir, majestuosos arboles se elevan miles de metros para ese pequeño que visitaba el otrora albergue o parecido "La Cabaña del Lobo", delicioso recuerdo que se mezcla, pero compartible, el sendero que se propone es una mezcla de dos, uno que va paralelo a la carretera y otro que sube Peña del Cuervo, que nunca había ido pero las fotos lindísimas con el dron. 

El sendero es empinado, se plantea de dos horas desde el Campamento, sin embargo, con una condición media se logra hasta la Peña del Cuervo en una hora, sacando los hígados o sufriendo las taquicardias, pero se logra bien, tiene su mérito, pero es descansado con algunas pendientes suaves y luego subidas empinadas con algunos escalones que se ven bastante intervenidos, sumamente recomendable en la época del año que se subió poco a poco vas subiendo la montaña y alcanzando las copas de los árboles, hasta que de repente llegas a otro puesto de guardabosques. Me disculpo con el lector ya que, si bien los ejemplares son dignos de ser mencionados, pero ignoro la variedad que decora el paisaje, entre arbolitos y arbolotes termina mi taxonomía. 

Regresando al puesto de guardabosques, para quien desea subir en su vehículo automotor y disponerse de caminar unos metros sin gran esfuerzo sin el placer de ver el bosque, pero llegar a Peña del Cuervo vale la pena en cualquier modo, una vista de 360 grados y una rosa de los vientos que nos ayuda a determinar las vistas, al sur, el oeste y el este las formaciones de la sierra cubiertas por vegetación y al norte una vista al pequeño pueblo de Mineral del Chico. 

Sedientos y hambrientos, y con la sensación de logro de alcanzar y que en la cabeza te haces de ciertos méritos en la cabeza y algunas comparaciones de que subir por el sendero tiene más mérito que con el automotor, sin embargo, súbela como puedas siempre encumbrar te hace sentir respeto con la naturaleza si no tienes esa sensación te pido amablemente acude a un psicólogo y replantéate tu vida, pero continuando para satisfacer la necesidad física y emocional recompensatoria vale la pena visitar Mineral del Chico, disfrutar lo que necesites, verbigracia dígase unas quesadillas, unas tulancingueñas (esto no lo comimos y no investigamos in situ pero son enchiladitas de tomate, que pronto calificaré), un cantarito y pancillos llenos de chocolates y nueces que asemejaban a conchitas. 

Un día agradable para un viaje de un día agradable, que alcanza para regresar sin apuro alguno a pasar por un pulque a Metro Revolución y unas cervezas importadas a Metro San Pedro de los Pinos...

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