Una noche tienes un plan con tu persona favorita y de repente se te vienen imágenes de la infancia de un lugar idílico y pastoril, que naturalmente ya no puedes repetir, pero vamos, la sensación de estar ahí e ir en una vez más y con nuevas aficiones, como lo es el senderismo, y que en ese momento mis padres ni siquiera pensarían y quizás reprobarían. Afortunadamente, la voluntad propia de la adultez impulsa a darle otros enfoques y matices a los recuerdos, ahora lo único que resta es convencer a mi persona favorita de ir y ejecutar el plan que en un principio pintaba a los valles del Cuauhnáhuac, lo cual no es sencillo, pero ella tiene fe en mis elecciones. Ese día saliendo tarde a las 9 de la mañana, puesto que el despertador no logró su función repetidas ocasiones, trato de correr agarrando de improviso manzanas y plátanos del frutero, ella todavía espera, pero la voy escuchando en el estéreo del coche, si no fuera por ella no tendría nada para afrontar a la naturaleza, pero au...
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